Problemas vulvovaginales y menopausia
En este apartado se revisan trastornos como la vulvovaginitis atrófica, la candidiasis vulvovaginal, el liquen escleroatrófico vulvar y la vulvodinia disestésica.
Vulvovaginitis atrófica
La vulvovaginitis atrófica representa un problema universal de la menopausia y tiene un gran impacto en la calidad de vida. El hipoestrogenismo conlleva atrofia de la vagina y del vestíbulo vulvar, con un adelgazamiento del epitelio que la recubre, que además experimenta una mayor cornificación. Este epitelio adelgazado es fácilmente irritado, lo que favorece la aparición de infecciones vaginales, sobre todo bacterianas, a lo que contribuye en parte el aumento del pH vaginal.
Las pacientes se quejan de sensación quemante vulvar, disuria, prurito, tumefacción y dispareunia, debido a las intensas molestias dolorosas acompañantes.
Con el uso de terapia hormonal sustitutiva la atrofia se revierte rápidamente y regresa a los niveles premenopáusicos después de una o dos semanas. Asimismo, los estrógenos tópicos reducen el pH vaginal, inducen la maduración de la mucosa vaginal y uretral y disminuyen la frecuencia de las infecciones del tracto urinario. Todas las infecciones intercurrentes deben ser tratadas y las pacientes deben evitar el uso de jabones para prevenir el riesgo de irritaciones y usar emolientes y lubricantes si es necesario.
Candidiasis vulvovaginal
Antes se pensaba que la candidiasis vulvovaginal era un diagnóstico raro en las mujeres posmenopáusicas, debido a que el hipoestrogenismo disminuye la cantidad de glucógeno de las células del epitelio vaginal y, por consiguiente, los hidratos de carbono necesarios para el crecimiento de cándidas. Sin embargo, un estudio reciente ha demostrado que el diagnóstico de candidiasis o vaginosis bacteriana es más común de lo que se piensa y puede estar presente hasta en una tercera parte de las pacientes posmenopáusicas. Este hallazgo pudiera estar relacionado con el incremento en el uso de la terapia hormonal sustitutiva.
Liquen escleroatrófico vulvar
La prevalencia del liquen escleroatrófico es desconocida. Mujeres de todas las edades pueden estar afectadas. Sin embargo, se encuentra un pico de incidencia entre los 50 y los 60 años. En el 85-95% de los casos afecta al área anogenital, y de éstos un 15% puede ir acompañado de lesiones extragenitales. Las áreas más comúnmente afectadas son la parte interna de los muslos, la región submamaria y la parte superior de los brazos.
En muchas mujeres esta condición es totalmente asintomática, pero en otras, las lesiones genitales pueden ocasionar un prurito intratable. Las pacientes pueden referir dispareunia y/o dolor a la defecación debido a fisuras traumáticas y ello afecta de forma trascendental a la calidad de vida.
Las manifestaciones clínicas son variables y dependen del estadio y la severidad de la enfermedad. La parte anterior de la vulva y el área alrededor del clítoris son las más afectadas en los estadios iniciales de la enfermedad. Asimismo, pueden ser evidentes zonas pálidas, delgadas, con piel atrófica, telangiectasias e incluso ampollas hemorrágicas. La liquenificación o la hiperqueratosis pueden ser secundarias al rascado continuo. La esclerosis progresiva puede conllevar la pérdida de las estructuras genitales normales, con reabsorción de los labios menores, borramiento del clítoris y estrechamiento del introito vaginal.
La relación del liquen escleroatrófico con el cáncer vulvar es controvertida, pero se piensa que puede ser un precursor de éste. El porcentaje de pacientes con liquen escleroatrófico vulvar que desarrollan un carcinoma es de hasta un 5%.
El tratamiento de esta afección debe estar dirigido al alivio sintomático más que a la cura definitiva. Los corticoides tópicos como el dipropionato de betametasona o el propionato de clobetasol son efectivos para mejorar los síntomas y revertir el proceso. Existen en la actualidad algunos casos anecdóticos que refieren que el uso de tacrolimus tópico al 0,1% está dando buenos resultados como terapia de mantenimiento ahorradora de corticoides.
Vulvodinia disestésica
Vulvodinia es un término amplio que se utiliza para definir una irritación vulvar crónica, con sensación de escozor, más que un verdadero prurito vulvar. Puede ocurrir a cualquier edad y tiene una etiología multifactorial.
Es más común en las mujeres peri y posmenopáusicas, siendo referido por las pacientes como un escozor vulvar constante que no responde a los tratamientos tópicos y que generalmente no va acompañado de alteraciones detectables al examen físico. Se piensa que la etiología de este trastorno es neurológica y podría estar relacionada con una percepción cutánea anormal, ya sea a nivel central o en la raíz nerviosa.